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Sistema de créditos. Una experiencia novedosa en una universidad del conurbano bonaerense
Carlos Mundt - UNTREF.
1º Congreso Internacional de Ciencias Humanas - Humanidades entre pasado y futuro. Escuela de Humanidades, Universidad Nacional de San Martín, Gral. San Martín, 2019.
  ARK: https://n2t.net/ark:/13683/eRUe/pK4
Resumen
Pensar un sistema de créditos para la formación de grado universitaria significa reestructurar lo que ya está estructurado. Requiere una concepción y una modalidad diferentes, obliga a incorporar nuevas cuestiones y problemas en la formación profesional, a pensar otras alternativas de abordaje. Ver de otro modo, pensar de otra manera. Este abordaje implica un posicionamiento. En nuestro caso, desde la gestión: cómo procesar la propuesta en el ámbito académico de modo de desarrollar los pasos que la hagan posible. Porque se trata de un hacer para, no de una descripción. Se pone en juego una postura epistemológica. La razón de ser de la actividad universitaria es el conocimiento. El tema es cómo acceder a él. Si el conocimiento a instalar en los trayectos formativos de sus estudiantes es el resultado de prácticas en los que éstos aprenden a construir conocimiento y no a recibirlo pasivamente, las propuestas curriculares a diseñar deben copiar esa misma lógica y ser el producto de una construcción. Con este posicionamiento, la gestión debe comenzar, no por instalar “contenidos”, sino por plantear propósitos, fines, procesos a desarrollar. Construir “el conocimiento” del cual sea portador el sistema de créditos. Se trata de rescatar el lugar de la gestión como espacio de creación, de transformación, de pregunta y respuesta. De fundar en la realización (razón de ser de la gestión) la comprensión real, acabada de los problemas. No es un abordaje teórico, del cual deriva a posteriori su adaptación o aplicación a una realidad a modificar. Es al contrario: la teoría deriva de la implementación, se entiende que en el hacer se encuentran las herramientas para detectar y entender el problema. Es primordial establecer un rumbo marcado por algunas preguntas iniciales. De ellas deriva la necesidad de repensar el modelo curricular. Ello conduce a la necesidad de superar una creencia ampliamente arraigada en los medios académicos de que las ideas tienen vida propia, su propio desarrollo y que, luego, “otros”, “de otro modo”, en “otras circunstancias”, “apliquen” la idea a los hechos, circunstancias y procesos y la ejecuten. Un sistema de créditos tiene como objetivo principal la flexibilidad en la formación académica de los estudiantes. La necesidad de adaptar esa formación a las lógicas, el dinamismo y la versatilidad del mundo en el que deberán desempeñarse como profesionales: deben insertarse en el mundo real y, para ello, deben ser formados con parámetros similares. El sistema de créditos propuesto es un proceso: guiado, no fragmentario del conocimiento, de opcionalidad gradual, promotor de actividades interdisciplinarias e interinstitucionales. Esto instalaba un desafío: cómo posicionar institucionalmente este debate de tal modo que éste tuviese la lógica de apertura mental con la cual pensar ese sistema. Cómo diseñar sistemas curriculares diferentes en función de un lineamiento común cuyo mismo fundamento es precisamente la diversidad. Que enmarca, direcciona, pero no establece. Por esa razón, no había un modelo “pre-establecido”.
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