El 14 de marzo de 1978 se produjo un hecho gravísimo en el Pabellón Séptimo de la Cárcel de Devoto del Servicio Penitenciario Federal. Ese día, y los siguientes murieron quemados, asfixiados, golpeados o con disparos, 64 detenidos, según cifras oficiales. El hecho se conoció como “motín de los colchones”, y la dictadura se apuró a informar que “ningún preso político” estaba involucrado como víctima. El expediente judicial llevó unos diez cuerpos, pero la mayor parte del tiempo y del papel se la llevó una discusión de procedimiento: qué juez -si federal o de instrucción- debía intervenir. Una vez definido eso, se resolvió el archivo de la causa, infundado y basado en la historia que había construido el SPF, encargado de “investigar” y de “investigarse” desde un primer momento. Incluso reabierta la causa en democracia, su trámite fue superficial y jamás se cuestionó el rol de la fuerza de seguridad. Años después, en 1985 y 1987, Elías Neuman y Daniel Barberis testimoniaron acerca de lo que realmente había pasado ese 14 de marzo: una masacre impune, uno de los hechos más sangrientos conocidos en la historia de las cárceles argentinas. Desde 2012 un equipo de investigación integrado por un sobreviviente, tres asociaciones de derechos humanos, y un grupo de investigación organizado en el Centro Universitario de Devoto, decidimos llamar las cosas por su nombre, y contar qué paso en la Masacre en el Pabellón Séptimo, homenajear a las víctimas, y reclamar que se juzgue como un delito de lesa humanidad.