Mientras Ezequiel Martínez Estrada escribe Marta Riquelme, entre sus ficciones y ensayos, y Victoria Ocampo comienza a escribir sus memorias; surge entre ambos un vínculo afectivo e intelectual a través de cartas a lo largo de algo más de 15 años: desde finales de los años ´40 y hasta la muerte de Martínez Estrada en 1964. En este artículo analizaré gran parte de aquellas cartas con la intención de demostrar que uno de los ejes centrales del epistolario es la construcción, por parte de Martínez Estrada, de su interlocutora en un personaje: una escritora en la que se mezclan las fantasías de Martínez Estrada a partir de haber leído la autobiografía de Ocampo con las imágenes de sí misma que ella deja ver en las cartas.