Latinoamérica vive nueva época, desde fines del siglo XX, las movilizaciones sociales han acumulado fuerza suficiente para destituir gobiernos y modificar el clima ideológico (neoliberal) imperante. Nacionalismo, indigenismo, anticapitalismo, forman parte de la retórica de la mayoría de los actuales mandatarios regionales, los llamados ?progresismos?. Estos regímenes progresistas no es el resultado del ascenso de nuevos sistemas de poder sino el producto de diversas debilidades y equí­vocos convergentes. Desde las burguesí­as locales, transnacionalizadas, sin partidos polí­ticos conservadores medianamente estables y respetados; luego las Fuerzas Armadas, que no se han recompuesto de sus pasados dictatoriales, entrelazadas con redes de corrupción, acotadas y desestructuradas por la estrategia que los Estados Unidos aplicaron en la región desde los años 1980. Por último, en el Orden Mundial presente Estados Unidos de Norteamérica ha perdido fuerza global y en consecuencia ya no está en condiciones de imponer sus decisiones en un ciento por ciento.