La década del noventa fue un período de transformación para Latinoamérica, debido al proceso de reformas que se instauraron a partir de la era global, sustentada en el protagonismo de las Empresas Transnacionales. Los países de la región, han pasado de ser economías cerradas y dominadas por el Estado, que caracterizaba al modelo de industrialización mediante la sustitución de importaciones, a pasar a ser economías abiertas al resto del mundo y orientada a los mercados. En la Argentina, el nuevo modelo se basó en los postulados del Neoliberalismo. Con esta lógica, el proceso de concentración y desindustrialización y la tendencia especulativa se profundizó, al tiempo que la producción, los servicios y las finanzas se extranjerizaron. Estos fenómenos complejizaron el mapa de intereses del poder económico, cuya suerte dependía cada vez menos de las dinámicas productivas y del consumo masivo. La creciente extranjerización de la industria de acuerdo al nuevo modelo, acentuó la dependencia y la distorsión de la actividad industrial, generando inmensos vacíos en el ?tejido? industrial que fueron cubiertos por productos importados, y ocasionaron la ruina y desaparición de una parte muy importante del sector. En el caso de la Industria Automotriz, fueron los monopolios quienes decidían desde sus países de origen, qué modelos producir en nuestro país y cuáles importar, en función de sus estrategias mundiales y regionales, por encima de los intereses del propio Estado Argentino y en concordancia con la demanda del mercado externo.