En la sociedad, un problema puede ser algún asunto social particular que, de ser solucionado, daría lugar a beneficios sociales como una mayor productividad o una menor confrontación entre las partes afectadas. Para definir las problemáticas universitarias y comprender su alcance es necesario hacer un análisis que contemple dos dimensiones: una sincrónica, es decir, teniendo en cuenta el contexto actual de relaciones institucionales, políticas, económicas y culturales que rodea a las Universidades, y otra diacrónica, o sea, desde una perspectiva evolutiva que defina su desarrollo histórico como institución educativa y cultural en las sociedades latinoamericanas. Con este procedimiento de análisis podremos recopilar toda la información vinculada a la naturaleza, misión y estructura organizacional de las Universidades actuales y sus problemáticas más significativas, enmarcado en la comprensión de su desarrollo histórico y especificidad institucional en el ámbito de la Educación Superior. En este sentido, las preguntas orientadas a organizar a la búsqueda de soluciones y la elaboración de propuestas de cambio en el ámbito académico son irremediablemente políticas. No pueden circunscribirse a un análisis ahistórico que surgen de un libro de contabilidad de los organismos financieros, sino las grandes preguntas que es necesario actualizar ¿qué tipo de profesional, científico o intelectual se va a formar?, ¿cómo, en la sociedad del conocimiento, se transmite y trabaja sobre el conocimiento acumulado, produciendo nuevo conocimiento? ¿cuáles son demandas de desarrollo social que es necesario resolver en lo inmediato sin perder autonomía? En este contexto se cuestiona el punto de vista tecnócrata: sobre las formas, mejores o peores, de aplicar una propuesta de solución que aparece casi naturalizada, donde no hay espacio para las implicancias sociales. Es por eso que hay disputas casi técnico-contables no de pertinencia social y ciudadana.