AntecedentesArgentina tuvo históricamente una alta proporción de casos de sida en usuarios de drogas inyectables (UDI) pero conocemos poco sobre la prevalencia de VIH en usuarios de drogas (UD) actuales. El objetivo del estudio fue conocer la seroprevalencia e incidencia de VIH en UD y su relación con el riesgo derivado de las prácticas sexuales y de uso de drogas. Se desarrolló entre 2006 y 2008, en Buenos Aires (CABA), La Plata, Rosario, Córdoba, Tucumán y Gran Buenos Aires (GBA). MétodosSe reclutaron 738 UD que habían consumido cocaína, anfetaminas u opiáceos por cualquier vía al menos una vez por semana en los 6 meses previos a la entrevista y que no tenían diagnóstico positivo de VIH. Se realizó consentimiento informado, análisis serológicos para VIH y consejería. Se utilizó un cuestionario estructurado. El 44,2% fueron contactados en su entorno barrial por bola de nieve y el resto en centros de tratamiento por drogas estatales y no estatales. ResultadosSexo: 67,7% hombres; 32,3% mujeres. Mediana edad: 27 años.Residencia: CABA y GBA: 78,7%; otras ciudades: 21,3%.77,9% tenía el nivel de instrucción primaria aprobado o un nivel inferior.8,5% usó drogas por vía inyectable alguna vez en la vida, y 3,9% lo hizo durante el último año.20% de los hombres refiere sexo anal con hombres el último año.Seroprevalencia VIH: 4,2% (IC95% 2,7-5,7), sin diferencia por sexo.La incidencia de VIH fue de 2,7 por cien personas/año (IC95% 0,9-4,4), sin diferencia por sexo.Variables asociadas con mayor nivel de infección: OR > 1 (IC95%)Contactados en entorno barrial: 4,6 (1,9-10,7)UDI: 2,5 (1,1-7,0)UDI último año: 4,0 (1,3-12,4)Sexo anal entre hombres último año 6,4 (2,7-14,8)La comparación de medias de edad resultó estadísticamente significativa (ANOVA, p<0,001): positivos: 35,4 años; negativos: 28 años. ConclusionesSe observa en este grupo una prevalencia de VIH mayor que en la población general (0,6%). El lugar de reclutamiento, el uso inyectable y las prácticas de sexo entre hombres y la edad son variables asociadas a la infección. Es necesario conocer mejor las prácticas de riesgo sexual y de uso de drogas, para viabilizar estrategias preventivas adecuadas y ampliar la accesibilidad de los usuarios de drogas a los servicios.