Tras la publicación del best seller mundial Las partículas elementales (1998), Michel Houellebecq no ha dejado de traspasar los límites de su condición de escritor para incursionar en las más variadas disciplinas artísticas, tales como la actuación, la dirección de cine, el canto, e incluso el arte contemporáneo. Es, en este sentido, el ejemplo perfecto de literato polímata. Pero si analizamos tanto la estructura como el contenido de sus novelas, descubriremos que la polimatía constituye, en primer lugar, un rasgo característico de su literatura, de su estilo y de su modo de construir ficción, ya que entre sus vastas y controvertidas páginas encontramos un complejo entramado discursivo donde se combinan, con rigor y elocuencia, teorías científicas, tesis sociológicas, arte, filosofía, economía, entre otros. El abuso de estos saberes eruditos pondría claramente en crisis la legibilidad de sus obras, si el autor no los combinara con un estilo fluido y urticante, belicosamente neutral, y plagado de reflexiones melancólicas en boca de sujetos desahuciados, que ofrecen una cosmovisión pesimista de la sociedad y del individuo contemporáneos. Para hallar las razones de esta heterogeneidad discursiva, quizás haya que remontarse a Ampliación del campo de batalla, opera prima de nuestro autor, en la cual escribe lo siguiente: “La forma novelesca no está concebida para retratar la indiferencia, ni la nada; habría que inventar una articulación más chata, más concisa, más taciturna.” (1994: 49) De este modo, y tal como intentaremos demostrar, la polimatía en la obra de Houellebecq es síntoma de una exploración formal más profunda, que nace de la insuficiencia de las poéticas tradicionales para dar cuenta de los nuevos fenómenos psicosociales asociados con la posmodernidad, y entre los cuales la ciencia, el arte y el anhelo de trascendencia destacan como temas irremplazables en el docto y sombrío universo houellebecquiano.