Nuestro objetivo central en este artículo es reflexionar sobre los aportes que puede realizar la cartografía social para identificar la espacialidad o los aspectos específicamente espaciales de los procesos sociales. Para ello, analizamos un mapeo realizado en Cabure-í, Misiones, junto con una cooperativa de pequeños productores. Este mapeo apuntaba a poner de relieve, para quienes integran la cooperativa, la dimensión espacial de la situación actual respecto a la tenencia de la tierra, lo cual contribuiría a re-enmarcar la precariedad en la tenencia no ya como un problema de familias particulares, sino como una problemática de escala colectiva. Pero además, para nuestro grupo de investigación, esta actividad de cartografía social nos llevó a cuestionar nuestros propios supuestos en torno al orden espacial configurado por las y los integrantes de la cooperativa. Mientras que suponíamos que las divisiones catastrales oficiales sólo tendrían relevancia para la cotidianeidad de la población en tanto legitiman órdenes de desalojo en su contra ?ya que casi ninguna familia es propietaria de la tierra?, hallamos que el mapa catastral además ha sido reapropiado por la población para su propia delimitación de sus chacras.