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La esfera pública de la beneficencia. Los niños pobres entre señoras y hermanas
Carla Villalta.
III Jornadas Nacionales Espacio, Memoria e Identidad. Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, 2004.
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Resumen
La Sociedad de Beneficencia porteña ha sido una institución emblemática en el campo de la filantropía; a medio camino entre el laicismo de la ciencia y el catolicismo, y entre lo público y lo privado, durante más de un siglo de existencia administró distintos establecimientos, tales como hospitales, escuelas, asilos, casas correccionales y desarrolló diversas prácticas de moralización y disciplinamiento. Su creación se remonta al año 1823, cuando el gobierno de Buenos Aires funda la Sociedad a cuyo cargo estarán las damas más distinguidas de la ciudad. Así, a expensas del incipiente estado provincial, cobra impulso esta corporación a la que se inviste de autoridad para tratar con las mujeres, los niños y, por sobre todo, con las clases menesterosas de la población. Si bien nunca fue formalmente clausurada, durante el período rosista tuvo muy escasa actividad y fondos públicos. Por lo tanto, en el año 1852, el gobierno procede a su reinstalación sosteniendo que su restablecimiento era reclamado por “la opinión y la moral”. Se abre así una etapa de gran expansión para la Sociedad que, en pocos años, suma a los tradicionales hospitales para mujeres y Casa de Expósitos, distintos establecimientos. Observamos entonces que desde muy tempranamente la preocupación de las elites se orientó a conformar una ambigua esfera secular –no del todo pública pero tampoco privada- encargada de desplegar prácticas caritativas destinadas a aquellos individuos a los que se buscaba transformar en ciudadanos útiles a la nación en formación. En este trabajo, a partir del análisis de un acontecimiento ocurrido en el año 1877, la expulsión de las Hermanas de Caridad del Asilo de Huérfanos dependiente de la Sociedad –conflicto que trascendió ampliamente los muros del Asilo-, nuestro objetivo es indagar en las formas en que se constituyó, no sin disputas, aquel dominio secular puesto en manos de la “gente decente” de la sociedad. Ya que entendemos que en casos como éste es posible visualizar cómo se ha delineado la esfera de “lo público” en nuestro país y quiénes han sido -en el marco de una sociedad en proceso de modernización pero aun con una fuerte impronta notabiliar- los actores principales de la misma. A su vez, a partir de este caso es posible analizar los diferentes modos de entender la relación con los pobres que comienzan a perfilarse en esos momentos, y que a partir de sus reminiscencias religiosas o seculares pueden sintetizarse en los conceptos de caridad, por un lado, y beneficencia, por otro. En este sentido, entendemos que tales momentos pueden entenderse como un contexto de formulación de perdurables nociones –respecto a los niños pobres, a la responsabilidad o irresponsabilidad de sus padres pero también del Estado, entre otras- que imprimirán un sentido particular a la “beneficencia pública” a la que se adjudicará el doble objetivo de moralizar y disciplinar a las capas más pobres de la población.
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