Las siguientes líneas surgen de un primer contacto con diferentes fuentes literarias y políticas vinculadas al ejercicio de la punición. La problemática conforma una preocupación constante en las diferentes sociedades y en los más amplios procesos históricos en los que el elemento común siempre es el cuerpo y las corporalidades. Nuestro país no permaneció ajeno a las ideas que se desplegaban en la Europa moderna, y que podemos identificar como vinculadas a las penas y castigos, con la novedad de que comenzaban a analizarse a partir de otros aspectos y sensibilidades. Esas fueron las primeras reacciones expresadas ante las exageraciones y crueldades legislativas que se arrastraban desde la Edad Media en Europa. Esas reflexiones lograron cierta pregnancia en América y se matizaron con elementos propios de cada cultura. A fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX se iniciaba en Europa la transición punitiva, el dolor visible debería dar paso a un sufrimiento más higiénico y oculto. Su réplica en Argentina se dejó sentir desde la segunda mitad del siglo XIX, como una necesidad ante el gran flujo inmigratorio y frente a la proyectada homogeneización y educación política de las emociones, fomentada por el Estado Nacional. En las siguientes líneas pretendemos reflexionar sobre la construcción de un otro imaginado como ?punible? a partir de una fuerte moralidad ?moldeada- para servir al Plan superior de la Construcción de la Nación Moderna. Para hacerlo abordaremos algunas fuentes histórico-literarias.